lunes, 5 de diciembre de 2011

RASTRILLO SOLIDARIO 2011



A continuación trascribimos el artículo que ha salido en la página web “Granadaimedia.com” sobre el Rastrillo Solidario de San Pio X, en el que trabajan algunas de nuestras hermanas Salesianas Cooperadoras. Además ponemos el enlace http://granadaimedia.com/el-rastro-de-la-solidaridad/ porque también hay un video:

Fátima acaba de llegar a la iglesia San Pío X, una de las parroquias de Cáritas en el Zaidín. Esperaba no tener que acercarse esta semana por vales para comida, pero los 600 euros que cobra limpiando una casa -con los que subsisten sus cuatro hijos, ella y su pareja en un piso de alquiler- no han alcanzado hasta final de mes. Su marido lleva parado tres años y, “por más que busca, no encuentra nada”, lamenta. Para la maltrecha economía familiar, costear los estudios de sus dos hijos mayores –que ya están en Secundaria- supone, además, hacer un esfuerzo adicional. “A uno de ellos le han pedido un nuevo libro en el instituto y no tengo para comprárselo. Le he dicho que se lo pida a alguno de sus amigos para hacerle fotocopias, pero le da vergüenza estar siempre así”, confiesa Fátima, mientras trata de enjugarse las lágrimas con un pañuelo de papel ya transparente y ajado por las lágrimas. “No quiero que abandonen sus estudios. Necesitan forjarse un futuro para no tener que vivir como nosotros, pero el mayor ya está pensando en dejarlos para buscar trabajo y ayudar a la familia”, cuenta, con las palabras anudadas en la garganta por el desconsuelo.
Si no fuera por Cáritas –logra pronunciar- “no sé qué habríamos hecho”. “La leche para mi bebé, que tiene dos años, la ropa, la cuna, todo se lo debemos a la labor de esta parroquia, incluso el trabajo que tengo lo conseguí gracias a sus recomendaciones”, relata Fátima, que trata de buscar “más casas en las que limpiar por horas” para que su familia no sufra tantas carencias. “Solo vengo cuando no me queda más remedio. Cuando no tenemos cómo salir adelante porque me da mucha vergüenza tener que pedir”, lamenta esta zaidinera. La familia Guerrero subraya estas palabras. Con dos niños pequeños –el menor tiene quince días-, y la pareja en paro, la vida pesa demasiado. Ella trabajaba como limpiadora y él en la construcción, pero perdieron sus respectivos empleos y no han logrado encontrar nada. “Lo único que deseamos es conseguir cualquier cosa para ahorrar algo que nos permita comprar los pasajes y regresar a Colombia”, narra el matrimonio, que dejó su país de origen en busca de un futuro mejor y ahora lucha por recomponer los sueños rotos. “Aquí no tenemos parientes que nos puedan acoger para evitarnos el alquiler y levantar cabeza, por eso queremos volver”, afirman. En similar situación se encuentran las alrededor de 30 familias que entre los lunes y martes acuden a la
parroquia San Pío X para recibir atención primaria. “Hasta 2008 solo dos o tres personas solicitaban ayuda a la semana, pero este número se ha incrementado en un 80% aproximadamente, sobre todo, en el último año”, se entristece Carmen Puerta, voluntaria de Cáritas y coordinadora de unos talleres en los que se elaboran artesanías para recaudar fondos. Fue el aumento de familias sin apenas recursos para subsistir –la mayoría con todos sus miembros en paro y sin entrada alguna de dinero-, lo que llevó esta vecina del Zaidín a impulsar hace tres años esta iniciativa, “que surgió de la necesidad”, detalla, y en la que colaboran más de 20 mujeres de forma altruista. Muchos de estos artículos, auténticas obras de arte elaboradas a mano durante todo el año, forman parte del rastrillo solidario que, desde el pasado domingo, abrió sus puertas en el Centro Juvenil Salesiano. Entre sus expositores pueden adquirirse, hasta el próximo 4 de diciembre (de 11.00 a 14.00 y de 17.30 a 20.00 horas), tejas transformadas en paisajes con relieves, platos con originales pinturas, figuritas para decorar el Belén, entre otros muchos y variados productos que encierran en cada uno de sus detalles cientos de anécdotas y el esfuerzo de muchas mujeres: “Los huevos de esta pequeña cestilla –indica Mercedes, una de las voluntarias de los talleres- son conguitos pintados que llevé una tarde”. “Cada una enseña lo que sabe hacer y así todas aprendemos”, cuenta, por su parte, María Luisa, que siempre logra despertar las carcajadas del grupo. “Cuando comencé, al ver tantos problemas, no paraba de llorar. Ya no me cabían más problemas en casa, pero decidí seguir adelante, pese a todo, y tomármelo con otra filosofía”, agrega.
Su hermana Ana es otra incondicional en los talleres, que se realizan los miércoles y jueves –de 17.30 a 19.30 horas- y están abiertos a todos los que deseen colaborar. “Trabajamos mucho, pero también lo pasamos muy bien, nos reímos, aprendemos unas de otras y hacemos grandes amistades”, detalla esta zaidinera.

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