martes, 11 de octubre de 2011

ENTREVISTA A EDU MORA



Hoy presentamos la entrevista realizada a Eduardo Mora Márquez, Salesiano Cooperador y Orientador del Colegio Salesiano de Granada, que nos ofrece unas muy interesantes reflexiones y experiencias. Muchas gracias por tu testimonio.



Háblanos un poco de ti... ¿desde cuándo eres Salesiano Cooperador? El 25 de mayo de 1997 hice la promesa de “cooperador SALESIANO” junto a mis hermanos de grupo, Ana María, Daniel Pareja y Juan Fernando Moral, gracias al buen hacer de nuestro formador Lino, que nos acompañó en nuestro proceso formador y supo, desde su gran espiritualidad, familiaridad y cariño, junto a su familia, acerarnos una figura cercana y real de un salesiano cooperador real y del mundo de hoy (GRACIAS POR EL BUEN EJEMPLO QUE NOS DAS DÍA A DÍA). Aunque estos años de formación fueron muy gratificantes y enriquecedores, quizás mi vocación fue consolidándose desde muchísimo antes, ya que Don Antonio Megías director del colegio salesiano de Rota me propuso en su despacho, a la edad de 14 años, que si quería ser salesiano religioso. Mi respuesta fue rápida: No, quiero tener familia. Más adelante descubrí que como salesiano cooperador pertenecería a una gran familia, más extensa de la que jamás hubiera podido imaginar.


¿Cómo viviste el día de tu Promesa? Creo que como cualquier cristiano que toma un compromiso para toda la vida. Fue un día intenso, en emociones y propósitos, que poco a poco se van cumpliendo. Me acompañaron aquellas personas más importantes en mi vida, excepto mi abuela que no pudo viajar, aunque estuvo presente con su oración.


¿Qué es lo que más valoras de tu vocación de salesiano cooperador? Poder vivir en comunidad un mismo carisma y misión por aquellos jóvenes que son preferentes en la misión salesiana. Además de sentirme partícipe de la obra salesiana en el mundo y de la impronta del carisma salesiano dentro de la Iglesia universal.


¿Qué persona o personas son o han sido especialmente significativas para ti en tu vocación? ¿Por qué? A lo largo de mi vida el espíritu me ha ido poniendo en mi camino a distintas personas que son piezas clave en mi camino cristiano. En mi infancia, y gracias a nacer en una familia cristiana y vivir muy cercanos a la Parroquia Nuestra Señora de la O, tuve la dicha de que en mis primeros comienzos estuvieran presentes dos sacerdotes franciscanos que me enseñaron, de la mano de mi familia, a vivir el cristianismo desde la pobreza y la caridad cristiana, por eso nunca olvidaré al padre Eugenio y al padre Antonio. Dios los tenga en su gloria.
La persona de mi familia que de forma más intensamente supo pulir mi alma y mi corazón, con cariño y constancia, y la que me ayudó a ver en las cosas sencillas a Dios y a rezar en cualquier momento (cocinado, tendiendo la ropa, sentados en el comedor cogidos de la mano, con una pequeña oración antes de acostarnos…) y supo estar en aquellos momentos de mayor debilidad espiritual (supongo que el Espíritu Santo la eligió a ella) fue mi queridísima abuela María Teresa (una santa).
En mi relación con los salesianos son varios los SDB que me han transmitido distintas improntas salesianas: de don Antonio Megías, en su estancia en Rota como director del colegio y párroco de Nuestra Señora de la O, pude ver la entrega y buen hacer hasta la extenuación. De su hermano de comunidad y mi tutor en 8º de E.G.B., don Juan Manuel Espinosa, aprendí que don Bosco nos quiere siempre alegres (nunca olvidaré lo bien que nos lo pasábamos en el coro y de su habilidad con los instrumentos, conseguía hacer volar nuestra imaginación y hacernos sentir como si estuviéramos viajando por África montado en camello) él siempre tenía una palabra de ánimo que te hacía olvidar los problemas y seguir luchando.
Estando en Granada tuve la fortuna de poder conocer a salesianos que me han aportado un trocito de lo que hoy soy. No quisiera olvidarme de D. Marcelino que me dio la oportunidad de poder trabajar en el colegio, de don Francisco Guzmán y don Rafael Soldevilla que en sus últimos meses de vida se pasaban por el despacho a tener pequeñas pláticas, tan enriquecedoras. A don Manuel Lozano, que en los campamentos de cooperadores nos ayudaba a profundizar en nuestra vocación de salesiano cooperador. Al igual que los SDB también me han enriquecido mis hermanos del grupo de formación y mis formadores y hermanos Lino y Charo (uno “es” lo que “es”, porque tiene personas a su alrededor que le ayudan a “ser” lo que “es”), así como a cada uno de los que habéis compartido y compartís parte de mi vida y, muy especialmente, a Gloria con la que comparto no sólo mi vocación sino mi vida.


¿Qué es lo que más te gusta de nuestro Centro? Que somos inmensamente afortunados de poder contar con un grupo de referencia tan diverso, lo cual lo enriquece aún más. El poder tener un grupo, el cual nos ayuda a profundizar en nuestra vocación como cristianos y en nuestro carisma como salesianos cooperadores. El grupo nos aporta una gran multitud de puntos de vistas sobre un mismo tema, sin duda alguna todos ellos impregnados del gran amor que tenemos a Dios revelado en cada uno de nuestros semejantes.


¿En qué crees que tendríamos que mejorar como comunidad? Deberíamos de ser capaces de ver más allá y valorar todo lo que poseemos cada uno de nosotros, tenemos un potencial humano que puede promover pequeños cambios a nuestro alrededor y quizás no seamos conscientes de ello. Debemos saber escuchar y estar atentos a las necesidades que van surgiendo a nuestro alrededor, como decía mi abuela entre los pucheros también encuentro “al señor”, le doy gracias por todo lo que nos da (desde la enfermedad, desde el estudio, desde el trabajo, podemos conseguir hacer el camino que Dios nos pide… “desde la sencillez se cambia el mundo” y aquel que esté preparado para realizar grandes cosas, pues adelante, sus obras las sentiremos nuestras).


Cuéntanos cuál es tu compromiso pastoral en este curso, cómo lo estás desarrollando, cómo te sientes, cómo marcha… Cuatro son los campos más destacables en los cuales me desenvuelvo actualmente:
- Mi familia que es mi primer campo de misión principalmente en la educación de mis hijos.
- Mi trabajo en el departamento de orientación, que desde hace 13 años, sigo realizando con un continuo espíritu renovado. En el tengo la oportunidad de estar cerca de niños y jóvenes con problemas en todos los ámbitos de la vida.
- En la escuela de padres de la Guardería Santa Rosalía que desde hace 11 años continuo una labor de orientación y formación a centenares de familias que se han beneficiado de ellas.
- Colaborando en los cursillos prematrimoniales desde aquel día que don Rafael Soldevilla nos llamó para impartir el tema “Amor y sexualidad” y posteriormente al servicio del coordinador y hermano don Andrés Galán.


A tu entender, ¿cuáles son las principales necesidades de los jóvenes de nuestra ciudad y cómo podríamos darles respuesta desde nuestro Centro? Son muchas las necesidades que tienen nuestros jóvenes, pero quizás les falten modelos cercanos que les ofrezcan otras formas de ver, apreciar y disfrutar de las oportunidades que le da la vida. Los medios de comunicación nos bombardean con valores contrarios al cristianismo, la “buena gente, la gente sencilla, las familias normales” quieren hacernos creer que no interesan. Los jóvenes deben tener referentes cercanos y creíbles.
Muchos de nuestros jóvenes ya se benefician de lugares de encuentro en el que la oferta es distinta a lo que hay fuera, gracias a la labor de algunos hermanos. El oratorio, el centro juvenil y la catequesis son campos que no debemos perder y en los que debemos estar presentes.


Y por último, cuéntanos alguna anécdota divertida que te haya ocurrido en tu "vida salesiana".
En Almanjáyar, estado en el piso de Puerta Abierta en Molino Nuevo, estaba merendando con varios niños mientras que veíamos una película infantil.
- Uno de ellos (“el Chato”), ante un animal desconocido que salía en la película me pregunta: Edu, ¿eso “cualo” es?.
- Yo le corrijo y le digo: “Chato” no se dice “cualo” es, se dice qué es.
- Él vuelve a preguntarme de nuevo: Edu, ¿eso qué es?.
- Como yo no sabía lo que era le respondí: ¡Pues, no lo sé!.
- En este mismo momento se ponen a reír él y los demás niños. Yo me rio con ellos sin saber porque, pero tenían una risa muy contagiosa. Cuando soy capaz de controlar la risa les pregunto: ¿Por qué nos reímos?. - Otro de los niños, llamado José, me responde: Porque no sé dice “no lo sé” se dice “no lo sabo”.
Después de esto seguimos riéndonos un buen rato y aprendí algo: “en la inocencia y sencillez de un niño podemos ver a Dios, no hay que buscarlo muy lejos”.

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